Los caballitos de mar y los Boyas.

Año tras año, cuando termina la temporada turística, comienza nuestro trabajo de extracción de las boyas y cadenas que han estado señalizando las zonas de baño y los canales de entrada de los barcos.

Es una extracción que se realiza con mucho cuidado por varios aspectos:
Uno de ellos bastante evidente, el movimiento de cadenas y material de peso debajo del agua, este ha de ejecutarse con cuidado para evitar accidentes.

La otra causa, es que las cadenas, durante a los tres o cuatro meses que han están sumergidas, se han trasformado en biotopos.

 

Entre la fauna que si acoge, está el caballitos de mar.

Es un pez muy especial, con más de 40 millones de años y una gran capacidad de mimetismo.

Por ello sea hace tan difícil de verlos, aparte también cada vez la cantidad es menor.
Seguramente debido a la desaparición progresiva de la posidonia, y todo lo que conlleva la contaminación y el cambio climático.

Al menos en nuestra cultura no se utilizan como remedio, como hacen Países como China.

La verdad es que cada año nos sentimos afortunados de encontrarnos caballitos de mar.
Es cierto que su descubrimiento ralentiza nuestro trabajo. Estamos pendientes de ellos, primero porque son encantadores y, por otro lado, porque debemos ser cuidadosos al sacarlos de las cadenas y colocarlos en un envase con agua del mar.

El siguiente paso, decidir entre todos, cuál es el lugar más adecuado para ellos.
Escogido el emplazamiento, que suelen ser zonas donde hay mucha posidonia, volvemos a bajar debajo agua para dejarlos marchar.

Es la parte más bonita de todas. Ver como nadan, absolutamente de pie, es cuando menos curioso. Observemos su danza hasta que encuentran la hoja más o punto de anclaje más adecuado.

Sabemos dónde están, pero será difícil volverlos a ver.
Utilizarán su mejor recurso, el mimetismo, para hacerse casi invisibles.
Seguramente hasta la siguiente temporada no  los volveremos a ver.